Qué bonitos son estos terneros cuando
son “pequeños”. La verdad es que, creo, que no seré el primero ni el último en
pararme a hacer fotos a éstos lindos animales.
Para verlos en su habita, mejor irse a
algún pueblo, porque cerca de las grandes ciudades, como que la cosa cambia.
Desde luego, son animales, tanto de
pequeños como de grandes, muy tranquilos: casi todo el día pastando, en el caso
de los pequeños, junto a la madre, descansado en el prado, mirándote con cara
rara cuando le enfocas con la cámara… en fin, que no se podría decir que están
muy estresados, en esos momentos.
Siempre, nos han hecho sacar nuestra
vena más dulce cuando miramos a los terneros pastar, tumbados en la hierba,
caminando junto a las madres… y hay que ver en lo que se llegan a convertir
pasado un tiempo: en grandes y pesadas vacas lecheras. Eso si: la mirada de
dulzura e ingenuidad con la que nos miran no tiene precio.
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