Caminando por la montaña, uno se puede
encontrar de todo. Pero si además es un animal escurridizo y de alta montaña,
la cosa cambia cuando uno los ve: ciervos en la ruta hacia el Taga.
Es una gozada el poder salir a la montaña
a caminar, estar entre la naturaleza, animales, subir picos… la sorpresa viene
cuando, como me pasó en la ruta para subir al Taga, me encuentro, casi en la
otra montaña, a unos ciervos corriendo.
Eran como 5 o 6, y ellos, desde luego,
me vieron antes a mí. Es una zona donde la vegetación escasea (sobre los 1700
m) y no hay ni pequeños arbustos, así que yo era un blanco visual fácil.
En cuanto me vieron, echaron a correr
del miedo, y yo lo vi por pura casualidad, ya que sus colores marrones son
difíciles de distinguir con el suelo, y además desde tan lejos.
Tuve tiempo de hacer bastantes fotos
casi a la carrera, conteniendo a duras penas el aliento (estaba subiendo el
último tramo hacia el Taga y creedme no es nada fácil).
Al final, pude contemplar a estos
escurridizos animales, muy bellos en su habita, tan libres y , a la vez y en
ocasiones, tan observados por los montañeros.
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